A la orilla de un pozo,
sobre la fresca hierba,
un incauto mancebo
dormía a pierna suelta.
Gritóle la Fortuna:
-- ¡Insensato, despierta!
¿No ves que ahogarte puedes
a poco que te muevas?
Por ti y otros canallas
a veces me motejan,
los unos de inconstante
y los otros de adversa.
¡REVESES DE FORTUNA
LLAMÁIS A LAS MISERIAS!
¿POR QUÉ, SI SON REVESES
DE LA CONDUCTA NECIA?